15.4.12

NUESTRO TITANIC

La verdad es que escuchando y leyendo efemérides sobre el Titanic, una se pregunta si es que cada cien años toca tragedia, aunque lo peculiar es que los dramones nos tocan ahora a los de primera y segunda clase, porque los de tercera hace muchos años, décadas y siglos que no salen de ellos.
En lo que todos coinciden es en señalar que el hundimiento se debió fundamentalmente a errores humanos, falta de visión y empecinamiento. Por supuesto que había icebergs y era época de deshielo, pero eso ya se sabía. Sin embargo, el capitán se negó a disminuir la velocidad de crucero: presiones comerciales y soberbia personal para batir un récord de velocidad. No hemos cambiado, desde luego.
El Titanic europeo se va a pique. Los de primera siguen bailando en suntuosos salones; los de segunda jugamos una eterna partida de ajedrez moviendo fichas al tuntún y mirando de reojo al árbitro a ver qué cara pone.
Es curioso que el capitán Smith diera las órdenes técnicas, pero en realidad coaccionado por el presidente de la compañía, Bruce Ismay, que se negó a que se redujera la velocidad de 22 a 20 nudos: intereses comerciales. ¿No es evidentemente similar a lo que está sucediendo ahora mismo? Los oficiales y telegrafistas reciben órdenes del capitán, pero éste las recibe del empresario, es decir, de los mercados. Tanto el capitán, en este caso Frau Merkel, y los oficiales -todos los demás- no son más que unos 'mandaos'. Nadie toma decisiones radicales y valientes en un momento verdaderamente peligroso.
Esa misma noche, Smith había cenado con un grupo de millonarios en el comedor de primera. Algunos de ellos habían financiado la construcción del Titanic, aunque el principal socio capitalista era J.P. Morgan, el famoso banquero. Él, a su vez, era a quien servía Ismay.
Uno de los fallos garrafales fue ahorrar en ciertas escotillas fundamentales para que no entrara el agua o en el número de lanchas salvavidas, aunque no se ahorró en gastos suntuosos, como escaleras versallescas, squahs, piscina, baño turco, orquesta y servicio desmesurado para los millonarios pasajeros que lucían sus galas y sofisticados gustos a todas horas. Cada pasaje de estos últimos costaba un equivalente a lo que hoy serían unos 11.000€ y entonces, como ahora, había quien pensaba que el dinero lo compra todo y merece lo mejor. Cuando se dio la orden de desembarco, muchos de los pasajeros que ocupaban los camarotes más confortables se negaron a abandonar el calorcito de sus nidos dorados para salir a las frías aguas del Atlántico Norte. A ellos no les podía pasar eso. Es lo mismo que cuando se decía que Golman Sachs o Lehman Brothers eran muy grandes para quebrar o que España sería muy cara para poder ser rescatada..... ¡Ja!
Estoy manifestando una metáfora muy evidente pero posible. Ya Nietzsche nos habló a través de Zaratustra del Eterno Retorno, es decir, que cuando se repiten circunstancias similares en la historia también se vuelven a repetir las decisiones y los valores con los que se enfrentaron los problemas. En el Titanic, como en el mundo globalizado, estaban representadas las tres clases sociales, diversas naciones, gentes de todas las edades y de ambos sexos. Ahora, igual que entonces, nadie sabe quién se salvará y quien se hundirá con el smoking puesto. También ahora como entonces en los momentos extremos se pusieron de relieve lo mejor y lo peor de la humanidad. Sin duda que hoy lo mejor son aquellos que se unen para avisar del peligro, para denunciar la locura de unas políticas que nos llevan al desastre: a todos.
Es muy triste que en nuestro país, como en otros, los gobiernos estén adoptando la actitud del empollón de la clase, haciendo los deberes los primeros para que la “seño” les ponga una medalla, que les sabrá a hiel cuando todo esto termine.
Del capitán Smith no se supo nada más y ni siquiera se encontró su cuerpo. Ismay fue de los primeros que saltó a los botes y luego desapareció del mundo, recluido lejos de todo sin poder soportar su vergüenza. Los músicos de la orquesta murieron todos, que hasta el final estuvieron tocando, rematando con un motete religioso que cantábamos en las misas del colegio (los de mi generación): “Cerca de ti, Señor, quiero morar...”
Pues eso. Que Dios nos coja confesados y cantando el “tantum ergo”.

2 comentarios:

Antonia Toscano dijo...

Gracias Victoria por tus acertados análisis y comentarios de las funestas noticias de actualidad.
Más que olvidar la Historia, lo que se olvidan sobre todo son los errores, condenados estamos, pues, a repetirlos.

Anónimo dijo...

Hola, Antonia, quiero felicitarte de lo más efusivamente porque sé que has ganado un premio literario de relatos. Enhorabuena y un abrazo de Victoria