La cosa viene de antiguo, nada menos
que desde el Génesis cuando nuestros primeros padres estaban en Edén cazando
mariposas. Hete aquí que a Eva se le ocurrió saber más de la cuenta y se lió
con el demonio en forma de serpiente. Ya saben, se comió la manzana que le
abrían los ojos del conocimiento y le puso a Yávéh los cuernos, referidos a los
apéndices con los que se representa a ese ‘daimon’.
En
el mundo pagano y clásico, Penélope le fue infiel a Ulises con el dios Hermes y
concibió al dios Pan, un sátiro también con cuernos. Y lo mismo sucede con
Pasifae, que copula con un gran toro blanco y concibe al Minotauro, otro ser
cornudo, que pone de manifiesto su infidelidad a Minos, rey de Creta. Total que
eso de los cuernos debe de estar muy arraigado en el inconsciente colectivo, ya
que perdura hasta hoy mismo.
En la lengua castellana también existen
dichos referentes a los cornudos, como: ‘Maridos que se ausentan, cornamentan’
o ‘Si quieres ser cornudo vete de caza a menudo’. Ahora el ‘a menudo’ se puede
aplicar al fútbol, de copas, al trabajo ‘full time’, también de caza a Boswana
o a la Mancha. En fin, que hay muchas posibilidades.
Los cuernos de los que quiero hablar
hoy se refieren a la cornamenta que nos está creciendo a la CIUDADANÍA por
parte del GOBIERNO actual. Un Gobierno muy promiscuo, por cierto. Ya lo
sabemos, ya nos hemos enterado, tenemos testimonios y artículos, juicios y
protestas que lo ponen de manifiesto. El Gobierno nos pone los cuernos con la
Merkel, otra seductora germana que últimamente están muy de moda; con la Troika
–o sea, con un trío en una orgía colectiva- no tan excitante como se supondría,
visto el poco atractivo de un tal Draghi que lleva la batuta, con grandes
corporaciones que nos sacan los cuartos y nos dictan leyes a través de sus
‘lobbies’: las farmacéuticas, los bancos, las energéticas, las petroleras, los
intermediarios, los promotores… en fin, un montón de felonas que lo tienen
cautivado. Lo sabemos todo. Lo peor es que estas juergas nos están dejando en
la ruina. Otro montón de proxenetas hacen de intermediarios. Cada vez que
nuestros ministros o el jefe se van a Europa nos tememos lo peor. Se van con la
visa oro y vuelven pelados. Piden créditos y se los gastan en unas y otras: la Banca
es la más favorecida, que encima nos chulea. Y ya no nos queda ni para ir al
super a comprar macarrones.
Este Marido de ahora es de lo más
infiel que darse pueda, y eso que venía con carita de niño de primera comunión.
Encima se va a ver al Papa ¡el muy hipócrita! Nos está dejando sin casas, sin
dinero para el colegio de los niños o para ir al hospital. Está vendiendo todas
nuestras casas y fincas, hasta los montes, porque la verdad es que hace poco
éramos una familia muy solvente, pero nos vamos a tener que tirar a la calle.
Las malas compañías los han pervertido, pero el Gobierno-marido se pavonea de
sus amistades, de su influencia. El muy felón tenía cuentas ocultas que ahora
van saliendo. Pero ¡el colmo! ahora intenta que nos prostituyamos para seguir
con sus juergas, por eso nos han puesto unas leyes propias del esclavismo
sexual con un trabajo día y noche con cualquiera que nos quiera abusar.
La verdad es que nos casamos con este
Gobierno porque nos juró fidelidad y nos ofreció el oro y el moro,
prometiéndonos una eterna luna de miel desprestigiando al otro pretendiente,
causa de todos nuestros males. ¡Qué desfachatez! ¡Si era un santo a su lado! Lo
peor es que no nos quiere dar el divorcio, pero ya estamos haciendo los
papeles. Uno de estos días cambio la cerradura y le pongo los cuernos. ¡Lástima
que no haya todavía un pretendiente a la altura!