“Sus
laureadas calvas se fruncían de perplejidades con los tropos de la oratoria
demagógica”. Ahora, en vez de calvas, proliferan rubias de bote que hablan de
finiquitos simulados y en diferido, de movilidad externa en lugar de emigración
forzosa, de perroflautas malolientes en Sol, y hasta exclaman sin demagogias
¡que se jodan! cuando se trata de parados.
-“¡Pegar
fuerte a ver si se enmiendan! ¡No se enmendaban!” Alguna ciudadana se quedó
tuerta, pero el conseller del ramo jura impertérrito que jamás se dispararon
pelotas de goma. Muchos fueron arrastrados y golpeados, pero la gente sigue en
las calles.
“Los
banqueros sacan el oro de sus cajas fuertes para situarlo en la pérfida Albión
(…) Todo lo acarreaba la judaica pasión por los bienes terrenales, ahora más
temosa con la quiebra fraudulenta del Banco de Castilla”. De esos tenemos
muchos, pero en lugar de la City de London, su destino es ahora la plácida
Suiza o a las exóticas Islas Caimán. Pagamos sus astronómicos retiros y
rescatamos los bancos hundidos por su inepta gestión mientras los impuestos suben
y los sueldos bajan. Les invade su sed de oro. Y el resto pagamos su
enriquecimiento con una brutal crisis inventada y diseñada a su medida.
“Astures
y vizcaínos de las minas promueven utópicas rebeldías por aumentar sus salarios”.
Todavía recuerdo la emocionante entrada en Madrid de los mineros asturianos con
sus linternas encendidas en la noche. ¿Qué pasó? Nada. La Corte de los milagros
ni sabe ni contesta: sólo se atrinchera.
“Desde
todas las esquinas nacionales lanzaban roncas contra las logias masónicas, que
en sus concilios de medianoche habían decretado la revolución incendiaria, el
amor libre y el reparto de bienes”. Los masones de entonces eran los liberales
que más tarde se atrincheraron en Cádiz para hacer la primera Constitución
contra el poder absolutista. Los liberales de hoy sólo creen en la ‘libertad de
mercado’, pues las demás libertades se las pasan por el arco de la Puerta de
Alcalá. Mírala, mírala… la, la, la, la.
“En
Lucena, Montilla y Villar del Duque, los gremios menestrales y las peonadas
agrarias asaltaban los archivos municipales y les ponían lumbre. Era su clamor
por el reparto de tierras”. Hoy asaltan supermercados para repartir material
escolar. O se enfrentan a los mismos duques y duquesas de entonces, que reciben
suculentos cheques por extensas fincas baldías, mientras lucen palmito en Ibiza
o Marbella. Y esto después de treinta años de gobierno socialista en Andalucía.
Por decir algo.
“Con
el susto de las represalias se fugaban a las capitales de provincia los
caciques y alcaldes de Real Orden. Se desvanecían los alguaciles y chulos del
resguardo”. Ahora se refugian en escaños del Parlamento o del Senado. Otros se
apalancan en diputaciones, que son ya cementerios de elefantes amortizados que
sestean sobre nuestras costillas o los meten en listas de ERES fraudulentos.
“Las
negras sotanas escalaban los cerros capitaneando las fanáticas rogativas. Sobre
el horizonte incendiado, los niños pastores señalaban las celestes
apariciones”. Las negras sotanas, que en la anterior legislatura capitaneaban
manifestaciones contra el pérfido Zapatero, hoy susurran al oído de Gallardón,
que está más que dispuesto a sepultarnos en la eterna España católica con
soflamas de libertad para las gestantes y proclamas de igualdad para los padres
ofendidos y maltratados por la legendaria maldad de las mujeres, que lo quieren
todo, incluidos los hijos.
Otros muchos
esperpentos siguen desvelando nuestros sueños: el Eurovegas, el turismo
sanitario, los seis millones de parados, los brotes verdes, el final del túnel,
el “no me consta”, “no recuerdo”, ¡que inventen ellos!, el secular déficit
tarifario de la energía, la gripe A y el ‘tamiflú’ de Donald Rumsfeld. Afortunadamente ha caído lo que iba a ser la ruina final de los Juegos Olímpicos. Sólo lo siento por los deportistas. Pero no
importa, nuestra fe nos salvará: ¡Viva la Virgen del Rocío!
Señoras
y señores: el secreto de todo éste ‘eterno retorno’ es que España se ha modernizado muchíiiisimo, pero sin rozar siquiera
la Modernidad.